domingo, 27 de diciembre de 2009

Coma


Ignacio entró en el dormitorio de Blanca con ese aire de guapo arrabalero que le gustaba cultivar, aunque era un estilo que comenzaba a desaparecer de las calles para instalarse en las tertulias y el imaginario.
Llevaba pañuelo en el cuello, sombrero de lado, saco negro de franela cerrado, los labios apretados, la comisura derecha levemente torcida hacia abajo, y la misma ceja levantada, en un gesto despectivo y violento.
Blanca dormía vestida, un sueño inhumano, animal, producido por el whisky y la morfina.
Blanca, Blanquita, la niña tierna de las travesuras de la infancia, de las largas trenzas negras, de las misas y los rosarios, de los libros de las vidas de los santos, la hija única que hizo un lugar en la casa y en el corazón para el primo huérfano y pobre; que le enseño a comer en una mesa “bien”, a rezar padrenuestros y avemarías, y los primeros juegos del amor con culpas y remordimiento del infierno y de los niños mogólicos; la que lo cuido en las crisis de asma.
Hasta que llego la otra Blanca, la joven enamorada llena de sueños que truncó una prometedora carrera de medicina por un hombre, moreno, alto, elegante, de habla pausada, firme, seductora, que olía a sándalo, a bosques, y mar. El mismo rufián que la derrotó, le robó y la dejó abandonada a su suerte con un niño en el vientre.
Por último, la Blanquita del camino sin regreso, la final…
Asida a los escombros de su sueño, esperando en el más frió y triste de los inviernos, a su niño y a su hombre, en la soledad bucólica de la estancia familiar, para que la vergüenza no fuese vista por los amigos.
Pues con ese niño que venia le era suficiente para vivir, para reinventarse y dejar que pasen los próximos cuarenta años, y ¿quién sabe?... tal vez el tiempo traería paz… tal vez curase… pero sino, no importaba, con su hijo era suficiente.
Pasó ese invierno, tejiendo escarpines, acompañada por los caseros de la estancia y eventualmente por Ignacio, eligiendo el nombre de su niña, porque la sospechaba niña, sin volver a pronunciar el nombre de ese hombre que ocupaba todos sus pensamientos.
Pero Dios buscó en el archivo de sus pecados más recónditos y castigo, tal vez solo porque se aburría, y Malena, su niña nació con hidrocefalia y los días contados. Mogólica y condenada a muerte.
Vivió más de lo que todos esperaban. Veintiocho días, en los que Blanca no hizo otra cosa que rezar y rogarle a Dios que no se llevase a su hija, que la dejase así como estaba, como una plantita, que ella la iba a cuidar y a amar como se ama a un hijo, incondicionalmente.
Pero no… veintiocho días, ni uno más… y cuando su angelito comenzó repentinamente a hacer convulsiones la sacaron de la sala entre cuatro hombres en un infierno de gritos, golpes, “dioses-míos”, y “no-te-lleves-a-mi-niña”… y se abrieron las puertas del Averno con un chillido de bisagras oxidadas, y el peso y el vaho de la muerte; puertas que nunca más volverían a cerrarse para Blanca, Blanquita…


Ignacio la miró y sus ojos de macho se llenaron de lágrimas amargas, ya no podía seguir soportando ese espectáculo morboso, esa agonía lenta, precisa y continuada.
La familia había intentado todo por salvarla, hubiesen traído a Charcot o a Freud por su Blanquita. Hizo tratamientos en Europa, estuvo temporadas en las clínicas de Traslasierra, Córdoba, desintoxicándose, fue atendida por los mejores médicos del país. Pero todo era inútil, no hablaba, no comía, no se bañaba, solo salía de su cuarto para procurarse barbitúricos y whisky. Por mucho que Ignacio y su madre se afanasen en cuidarla siempre se la volvía a encontrar en ese estado de brutal pesadilla, en el que sus ojos no cesaban de llorar silenciosamente. Solo cuando “limpiaban” su habitación reaccionaba, y con una violencia más feroz que la de los compadritos de Barracas.
Abrió el mueble de cedro que estaba a la derecha de la cama y volvió a ver frascos, jeringas, pastillas y botellas.

- ¡Basta, Blanca!, ¡Basta!, si te querés morir hacelo de una puta vez!... pero no así…¡basta!- gritaba mientras sacaba más jeringas y frascos- ¡basta! – gritaba y se le caían las lagrimas al más guapo de Villa Crespo.

La tomó por los brazos y la zamarreo bruscamente, su cuerpo hedía, su rostro no tenía el menor rastro de la belleza de años atrás, estaba desfigurado. Buscó las marcas de los hematomas en los brazos y no los encontró, busco en las piernas, nada. Levanto el vestido, su bombacha negra apestaba la habitación, la saco cuidadosamente; los algodones cargados de sangre le provocaron una fuerte nausea, pero la contuvo; desde que Blanquita se inyectaba, su ciclo menstrual era prácticamente continuo.

- ¡Por dios!, ¡basta, Blanca!- seguía gritando.

La muchacha se inyectaba en las venas de las ingles para que nadie lo notase, era impensable tal deterioro, las piernas, las axilas, el pubis velludo, con un olor a sudor, a mugre, a podredumbre que solo se percibe en los cadáveres bastante descompuestos.
En realidad estaba muerta, se estaba pudriendo en vida y nadie lo quería aceptar, nadie quería dejarla ir. Estaba muerta y su corazón aún latía, errores de la Divinidad.
Arrojó la bombacha en el piso, la tomó por los brazos para llevarla al baño y asearla como lo hacia comúnmente… entonces la muchacha reaccionó, abrió violentamente los ojos, y la boca, y lanzó un alarido gutural proveniente de las regiones oscuras. Ignacio creyó estar frente al demonio, la soltó y retrocedió trastabillando. Sintió el golpe seco en la cabeza, cayó desplomado. Su vista estaba nublada, pero no había quedado inconciente, intentó incorporarse apoyándose en el respaldo de la cama, pero ahora el golpe vino en la nuca y lo último que sintió antes de desmayarse fue la sangre caliente por toda la cara, las agujas que le clavaban en el vientre, una dos, cien, y el cuerpo que se le empezaba enfriar y dormir desde los pies hacia la cabeza, el ruido de la rodilla al quebrarse, las costillas… sus ojos no vieron el último golpe en la cabeza, ya no hubo nada, no hubo más dolor, solo oscuridad y terror.
Se hundió en una pesadilla que repetía una y otra vez lo sucedido esa tarde, y todo acababa cuando una enorme, negra, caliente y fétida ola de sangre le caía encima, y lo dejaba en tinieblas. Esa era su conciencia, la repetición del terror, de la impotencia, de no poder huir y ver como le mataba aquella mujer a la que tanto quería. Eso era, evidentemente, estar muerto.


Al final volvió a caerle encima una enorme ola de sangre viscosa, caliente y hedionda, y abrió los ojos… supo que no estaba muerto.
La habitación era blanca y entraba el sol por las cortinas del mismo color que se balaceaban por la brisa suave, fresca, trayendo el aroma de las flores de un jardín cercano. Quiso incorporarse, pero el esfuerzo fue en vano; los músculos del cuerpo estaba entumecidos, acalambrados en su totalidad. Trató de hablar pero su garganta estaba seca y no salieron palabras, trató de gritar pero solo hubo un levísimo aullido.
Pero vivía. Se calmó lentamente, y recordó la pesadilla, y la anterior a esta, entonces con la mano casi dormida buscó las heridas. Nada. Se tocó la cabeza y encontró el pelo largo, luego la barba, pero ninguna cicatriz… ¿había sido un sueño, un mal sueño?
Lenta y dolorosamente movió el cuerpo, que al cabo de una eternidad se halló sentado en la cama, toco en su espalda y sintió grandes trozos de cascarillas secas, escaras. Sacó la aguda de su brazo, y percibió el peso de una bolsita en su vientre. Intuyó, su cuerpo se lo decía, que era arriesgado intentar caminar, pero lo hizo lentamente, como un inválido que recupera la posibilidad de ponerse sobre sus débiles pies. Vacilante, se acercó a la ventana y vio el jardín lleno de flores primaverales, la luz lastimaba sus ojos.
Sintió el tiempo imprecisamente, le era difícil medirlo, parecía de mañana. Luego volteó y encaminó sus pasos a la puerta entreabierta de donde venia el sonido de la estática de una radio, en cada paso recuperaba un mínimo de conciencia de sus músculos, pero no su dominio. Salió de la habitación, atravesó un pasillo que comunicaba a otras alcobas y cuartos de baño, se fue acercando cada vez más al sonido del artefacto, aspiró el aroma a verduras cocinándose, a la albahaca y el maíz. De pronto escuchó la voz de doña Tita, su madre adoptiva, dando ordenes a una domestica, pero distinta, algo desgastada.
Cuando, al cabo de algún tiempo logró llegar al enorme comedor, que comunicaba a un lado con el living, y al otro con la cocina, se vio parado frente a un espejo de cuerpo entero… recordaba la casa, el chalet de la estancia en San Antonio de Areco, recordaba su forma, la disposición de los cuartos, pero no acaba de reconocerla. Recordó el espejo y vio en el su infancia, los juegos con Blanca, el fuego de la chimenea, las historias contadas por tío Lorenzo con su barba blanca y su pipa gorda, el libro de cuentos enorme, los gestos teatrales, y a tía Tita, diciendo mientras tejía, sentada a un lado,

- No asustes a los chicos Lorenzo que después tienen pesadillas.

Lo vio todo en el espejo, todos esos recuerdos. Luego fijó la vista en un hombre viejo, con la barba entrecana, ojeras espesas, el pelo revuelto, los brazos flacos y blanquísimos, vestido con un camisón color crema, pero no lo reconoció. No supo quien era… quizás era el personaje de uno de esos cuentos, quizás un peón de la estancia. Pero la simetría del espejo lo trajo de golpe a la realidad, y en ese momento supo que era él, y que había dormido muchos años.
Paradas a sus espaldas había una anciana con muy poco cabello, delgada y encorvada llorando silenciosamente. Esos ojos azules solo eran de una mujer en el mundo, era Doña Tita, tía Tita…

- ¡Pero, por Dios!, ¿Cuántos años pasaron?- la vos salio entrecortada, saca, casi inaudible,

- Veintiún años y siete meses- dijo la anciana.

Y al lado de ella, como para negarle el derecho de armar el rompecabezas estaba Blanca con sus cinco años, sus dos trenzas rubias, sus ojos azules, agarrada de la mano de tía Tita, casi igual a la imagen que veía momentos antes en el espejo. Giró para verlas de frente, tratando de saber si estaba recordando su infancia… pero en ese caso, él ya era un viejo, y tía Tita también; y si no se trataba de un recuerdo, ¿por qué Blanca era una niña?... y creyó que estaba teniendo una pesadilla, o que había enloquecido,

- No es Blanca… Blanquita se fue hace dos años, se llama Carla…es su hija…

Se tambaleó, sus rodillas le fallaban, la derecha le dolía enormemente. Doña Tita grito y en seguida vino una enfermera y una domestica que con la caras exaltadas por el asombro lo ayudaron a sentarse en un sillón.
En ese momento empezó a comprender que su vida había pasado. Se le amontonaban las preguntas en la cabeza, que comenzaba a doler.

- Llamá al doctor, Teresa, ¡vamos, rápido!...

No podía hablar, el dolor era enorme, la pesadilla atroz y parecía no haber terminado. Todo ese enorme dolor iba a ser, desde ese día en adelante, una cruz que nadie le ayudaría a llevar, de no ser por un bastón con empuñadura de oro, y una caterva de médicos que poco podían hacer.
Su mayor consuelo era Carla su sobrina.
Un consuelo contradictorio, absurdo… su vida era eso, “una herida absurda”, lo supo en ese momento y para siempre.
Entonces Ignacio lloró.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Malena





“cosas de quita y pon”, Sabina.


Desde tu balcón me saludaste en tanga,
a una hora del día en que en Palermo,
los viejos fachos salen del Averno,
a comprar la Nación y otras matangas.

Cuando entré al bar en que tocabas,
con aire de dandy afrancesado,
en tu “bata”, okay… tiraste los dados,
y por suerte, cayeron en tus alcobas.

The crazy mother fucker jazz band,
“yo pongo mi música, vos tu arte,
de acá no vas a ninguna parte”,
y escalé tu espalda en el desván

La primera fue a cara de perro,
“un ring de boxeo”, en la ciudad,
el porro y el vino, dieron piedad,
y al mediodía fundimos el hierro.

Impíos, desnudos, hartos de hartarnos,
y supiste, “un mes de esto, y dolería”,
“¿duraríamos?”, reíste, "no duraría”,
Y jugamos, sin receta a mimarnos.

Al rato cantaron las alondras,
Y te bañé, y cepillé tu pelo,
Y, sin más se rompió el velo,
Y vi el abismo que hay detrás.

Transito contando las lunas,
que duermo, y no duermo en tu cama,
te beso entre cañamones de ketama,
entre solos de “bata” y uvas.

Centésimo sexta objeción, Piazzolla,
las dudas plantadas en el rabo,
el vino, el sexo puro que hilvano,
y desde el balcón, tus besos, en bolas.

Sos lunares, pelirroja, batería y piano,
yo los versos que te leo y llorás,
ya no nos interesa que hay detrás,
o si estás noches son en vano.

“No permita la virgen”, saciada,
se resuelva esto, a cara o cruces,
y recoja despojos, me dé de bruces,
o se acabe este cuento de hadas…


"... y si no lo conseguimos nos da igual...
no somos más que dos cañallas..." Fito y Sabina

sábado, 19 de diciembre de 2009

Preguntas...


dedicado a la memoria de ese amigo que me hizo tantas preguntas…



Llegaremos algún lejano día?*
cínico y vil leguleyo o poeta?
olvidaré una noche sus tetas?
es mañana, tarde, o mediodía?

Fue verdad que me quisiste?
es Dios un asesino miserable?
habrá un hoy sin lucha, estable?
siempre fui un hombre tan triste?

Cómo pude criar este hijo?
es más bello él, el cielo o el mar?
por que mi padre me dejó de amar?
quien es el brujo que me maldijo?

Hay preguntas sin respuesta?
podré de viejo saberlo todo?
Jugás conmigo o es el modo?
de ganar por ganar la apuesta?


En filosofía son más importantes las preguntas que las respuestas, dice Karl Teodhor Jaspers… ¡odio la filosofía y todas sus pelotudeces!





* Cortazar termina un largo y tedioso texto, que no es una nouvelle ni es una poesía con la frase (pues no es verso), “Llegaremos algún día?”… el punto es que le debo este verso, que no le soporto en nada, y que yo voy a llegar aunque tenga que dejar hasta la piel… y no se a ´donde´…

viernes, 18 de diciembre de 2009

Solo entonces podrá...

Dedicado a Facundo…



Cuando pasen quinientos años,
y el sabio demuestre que hadas,
y las bellas hembras mimadas,
regían desde sus bajos escaños.

Cuando el boeing no vuele ya,
y solo se viaje a caballo,
cuando los héroes sean cipayos,
y comamos venenosas bayas.

Cuando amanezca el día,
en que yo duerma en París,
con esposa y sin meretriz,
y visite el Averno sin alegría.

Cuando, entonces, y es difícil,
se borre tu sonrisa del viento,
y tus ojos azules del firmamento
reirá de nuevo el Dios imbécil.


… sos el hito, el límite, el punto, el deslinde, el coto, la frontera, el miedo, el sitio en el que mago, demiurgo o Dios se detienen a reflexionar… y siempre retroceden de sus infantiles ambiciones…

… te amo…

lunes, 7 de diciembre de 2009

Resignación


“…lo atroz es no querer saber quien eres… agua pasada, tierra quemada…” Sabina



Cerrar todas las puertas,
mutilar sueños, ilusiones,
acallar viejas pasiones,
hubo amor, ya no hay cometas.

Aprender a vivir como Violeta,
sin ezperanza, como Alfonsina,
como Alejandra en una usina
de recuerdos y cromos sepias.

Mis mejores años ya pasaron,
supe que el amor tiene edad,
y cuando viejo, la soledad,
y días grises y pesados.

Es mejor aceptar, no buscar nada,
de cama en cama pasar las noches,
regalar besos, caricias, derroches,
no tendré “todo”, “my litle hada”.


“sin duda, es cierto que hubo un tiempo que fue hermoso… pasó, como se pasa todo…”

viernes, 4 de diciembre de 2009

Frente al espejo...

un exorcismo, amigo, un exorcismo…


Soy el bulto desecho,
la colección de vacías botellas,
el juicio lapidario de ellas,
un flaco, feo, pelado, hecho.

Soy una pasión desbordada,
por los ojos azules de mi hijo,
por ese racimo de magia, fijo,
una estrella guía en desbandada.

Un amasijo de carne sin pelo,
que se afana por el exámetro,
la décima, la rima, el metro,
la novela, lo oculto, el velo.

Un huérfano de padre, vikingo,
que sueña con playas épicas,
las palabras que den replica,
a un cielo de dolor, un signo.

Un idiota que no temió a nada,
que osó jugar con mujeres,
y hoy duerme solo, no puede,
encontrarte, “my litle hada”.

Un viejo de treinta y tres años,
con bastón, y un amigo en Mendoza,
(que escribe su epitafio en lozas),
que le espera para fundir estaños.

Un tonto con más de lo que merece,
y un dolor sin exorcizar,
un cáncer fantasma sin matar,
mis cuates, mis amigos, “ese”…

Ese que es un rompecabezas,
mis hermanas guapas, sabias,
final de historia, ¿no sabias,
que escribo esto sin certezas?

Yo se quien soy…
soy un hombre sin sombra,
un pasajero viento que no obra,
a favor de “este” hoy…

… y no me importa, sigo…

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Palabras para Flavia



porque me has hecho enojar mucho, pero me has dado mucho más…


Sos la Jacinta Pichi Mahuida,
de este cenáculo o grupete,
lectores del libro gordo del purrete,
de sabia sabiduría, de buena vida.

Habitante del Palermo filosófico,
tarotista de mis miedos y ansiedades,
deslinde, limite de mis vanidades,
curandera de mi día hidrofóbico.

Demasiado joven para saber tanto,
y muy poco tonta para ser tan guapa,
especialista en libaciones y grapas,
que zurcen mi alma de tanto en tanto.

Tenés dos nombres, ningún apellido,
la virtud de hacerme enojar,
dos pequeñas manos que saben sanar,
y el valor de haber vuelto y de haber ido.


“cuando tuvo, usted niña, el tiempo de aprender tanto?” Una extraña confesión, Antón Chejov

sábado, 21 de noviembre de 2009

Facundo





"...tengo un hijo,
fruto de amor,
de amor sin ley,
el hijo primero
y despues yo,
y depues
lo que sea..."

La loba, Alfonsina Storni.





Elegí ese nombre para vos,
porque es nombre de tierra,
de valentía en la guerra,
de grandes hombres, bravos.

Es poco para darte, hijo,
y más que hijo, hermano,
pues de tu pequeña mano
cruce el río más viejo.


Hoy mis sueños tienen color,
mis preguntas, respuestas,
y nuevos frutos mi huerta
y mi cabaña hay calor.


Yo que solo fui la grieta
entre pasado y futuro,
que peleé los años duros,
que me aferré a la libertà.

Yo que crecí en la pobreza,
que por padre tuve un recuerdo,
que anduve errante en destierro,
un día vi morir a la tristeza.


El día que te vi llegar
envuelto en sangre y sudor,
abriéndote paso, sin pudor,
en las entrañas de este arrabal.


Hijo de la revolución
en este siglo de pocas luces,
de mentes chatas, de rosas grises,
rompamos juntos la maldición!



mi amor eterno, incondicional...

lunes, 9 de noviembre de 2009

Confesión de fe del vicario saboyano

Dedicado a Juan Jacobo Rousseau; un pelotudo.


Creo en el poder curativo de la risa;
creo que las prisas son inventos de balseros;
creo que jugando a los legos
aburridos de tanto aburrirse
contruyeron las pirámides del Nilo
unos niños traviesos egipcios.
Creo que el chocolate es una fruta
que cayó en un meteoro del cielo
y mato a los lagartos gigantes
para saciar a mujeres sin freno
Creo que Dios es un miserable
que se esconde cual perro cobarde
en las faldas de una puta infame.
Creo en el Fidel de la Habana,
en Jesucristo, en Facundo y sus luceros
Creo que hubo un pirata
traficante de poemas y besos
que fue colgado en la plaza
por meterse con damas ajenas.
Creo que un día de estos
te secuestro y te ato a mi cama.
Creo en los cuentos de hadas,
en la cigüeña, en tu pubis
en tus ojos bellos.
Creo que Eva es la causa,
de que el mundo ande maltrecho
pues si era por Dios o Adán,
esto era un asilo de viejos.
Creo en el mar y su misterio
creo en los exorcismo,
en las brujas, los duendes,
los sismos, y todo lo que pueda
hacerme temblar los dientes.
Creo en que aún no es muy tarde
no es cierto el anuncio cobarde
del Armagedón, el Apocalipsis
o el final de los tiempos.
Creo en las cosas grandiosas,
en los campos sembrados de rosas,
en las noches que probé tu veneno,
Creo que es más hermoso
hacer el amor junto al mar,
que en tu semipiso de Olivos
en una cama de cristal.
Creo estás cosas y otras
que no cuento porque no quiero
que me quemen por estas estrofas
que hilvane sin rima ni metro.




31-7-2009

“…harto de filósofos y teólogos que lo saben todo, pero necesitan alguien que les lave el culo…”


Requiem para un hermano

No me olvido, que la noche
en que yo te conocí,
a mi “jermu” mostrabas dotes,
de seductor incivil.

Que con el tiempo y el whisky
fui encontrando en vos,
más que a un amigo fiel,
al más noble ser humano.

Que una tarde de verano,
sin que nadie te agradezca,
te batiste con el océano,
para salvar una vida fresca.

Que fuiste de los pocos,
que el hombro me pusieron,
y me juntaste los mocos,
cuando mis ojos desfallecieron.

Que regalabas los tamangos,
aunque quedaras en patas,
y no precisabas pesos,
para dormir con la más gata.

Fuiste un tipo irreverente,
jugando la vida a un pleno,
y te fuiste sin despedirte
a cruzar el río más negro.

Estoy seguro que en el infierno,
te voy a volver a encontrar,
otra vez, descorcharemos Chandón,
y nos volveremos a embriagar.

Pero entre tanto, amigo,
yo te pregunto, desde acá,
¿quién va a consolar,
a todas las minas que te esperan,
a todos los amigos que te extrañan,
y a todas las botellas por vaciar?


Kuki, ¡sos un cretino!...te moriste sin pagarme esa botella de Chivas…

Diciembre de 1999, San Bernardo.

NIetos de Zeus

Unidos por dulce espanto,
seducidos por el fracaso,
escultores de hiel y morbo,
devotos de las penumbras,
pilotos del desengaño,
extraños improvisados,
suicidas con vocación,
fracasos de nuestras madres,
amantes de lo macabro,
curtidos hijos del sol,
cazadores de amaneceres,
sembradores de madrugadas,
malhechores con lindas fobias,
transgresores ya sin moral,
sacerdotes del desenfreno,
inquilinos del dulce hogar,
destructores de mi mañana,
fugitivos del bien y el mal,
vengativos nietos de Zeus,
vendedores del más allá.

Esclavos de la lascivia,
cobardes para enfrentar,
a Omega en nuestra cama,
el frió y la soledad.


A Gimena, la mujer que más amé y que más lastimé…
Ahora que lo entiendo…

Cuando viajo a esa noche



Cuando viajo a esa noche
de tequila y primavera,
que montados en tu coche,
te arrancabas la remera,
y jugando a la escondida,
de mi jermu y de tu novio,
le imprimistes a mis dìas
la dulzura de tus labios.

Loca noche, que en mis brazos
te colgabas de una estrella,
dibujando con mis manos
en tu espalda, ¡que belleza!
y que luego de saltar
al abismo, fui con ella,
“...no te vallas a olvidar:
soy tu amiga fiel...Daniela...”

Cuando viajo a esa noche
que quisiste regalarme,
olvidando los reproches,
no queriendo lastimarme,
me distraigo de la angustia,
de “querer equivocarme”,
esa noche de octubre,
la que hoy pago con sangre.

Hoy la jermu me dejó,
con mis versos y aventuras,
no perdona haber manchado,
cuatro años de ternura,
de ternura y de peleas,
de rutina que alternaba
el desierto y la pradera.

Me gritó que la engañé,
que fui sucio, que fui infiel,
que violé, yo, los preceptos,
del hogar, que dictó un juez,
en presencia de testigos,
y empapados en arroz,
no quebrar nos prometimos,
y libamos con pasión.

Cuando viajo a esa noche,
desde el frío de mi cama,
te imagino con el hombre
que te quiere hacer su dama,
ignorando los derroches
cometidos a su espalda,
me da pena la inocencia
de este pobre par de parias.

Cuando viajo a esa noche
y sopeso en la balanza,
lo que tuve, allí, en tu coche,
y lo perdido, aquí, en mi cama,
me sonrió sin querer,
y le juro a este mundo,
que aunque pasen muchos años
lo volveremos a hacer.


... a Dany, con caballitos de cartón...

Sabra

Era un lunes de cenizas,
yo desactivaba minas,
que sembraron unas manos,
hoy ya hechas enemigas.

Y vos liabas capullos;
cerraste tu puerta
antes de cruzarme,
tu casa: tu orgullo.

Hermosa aprendiz
de “ius” canónico,
que sabe lo que ignora:
que te escribo versos,
que sueño con tu cuerpo:
chocolate, miel y tormento.

Pero ya ves...
no se rimar
cuando miento,
“no me besas,
luego...vivo...” *
y te digo:
“...indúltate, cabrona,
cambiá tu clima...”,
enterrà tus muertos,
abrí las ventanas,
limpiá la casa,
jugà, siquiera,
por jugar...
dejame...

...echarte a volar...

...y cuando emprendas el vuelo,
llevame contigo,
en tu pensamiento...

que yo también...

...temo al tiempo...



* Léase “ que me muero por tu boca!”

Sheamanship


“dedicado a mi padre, un concepto, una tesis, un agujero negro…”


De la solvente literatura,
con que mi entraña envenené,
durante quince años de mierda,
ninguna respuesta rescaté.

De las mil y una naderías,
con que a mi conciencia engañé,
ni con el Hades, o hechicería,
ni con el Cristo, la consolé.

Extrañas astucias la vida,
conmigo quiso jugar,
la viva muerte de un padre,
que nunca fui a enterrar.

Quince años, han pasado,
quince tiempos, y un par más,
y hoy regresas, macabro,
mi viejo!, lobo de mar.

Sentados, café de por medio,
tabaco, nostalgia y dolor,
¿dónde te fuiste viejo querido,
todo este tiempo, que se perdió?

“Regreso de bravas tierras,
de otras gentes, de otro sol”.
Como dijo Ulises, a su hijo,
aquel hombre no respondió.

Un: “no sé, hijo”, no basta…
y el padre nuestro estaba,
jugando con putas y barcas,
aquella noche, ¡por fin!...murió.



7-6-1998, Santa Teresita

“...me hiciste mucha falta…”

Redimirme

Poder explicarte quien soy, redimirme,
ya no es mío. Del barco la proa,
que viaja ciega hacia la aurora,
no me explica, no puede justificarme.

Ni las sendas que caminaron mis pies,
te contarán como llegué hasta ellas,
ni las mujeres que quise, las más bellas,
dirán que centavos, valgo, diez.

Y te sueño, y no lo puedo remediar,
aunque busque en la lira una cuerda,
para ahorcarme, porque fui una mierda,
y nacer nuevo, y de nuevo empezar.

Dijo una noche Alfonsina,
“tu me quieres blanca”,
“tu me quieres nívea”,
te amo con locura…

... que más quieres?...

sábado, 7 de noviembre de 2009

Viento




“Prost!!! *, viento deja de llevarte las palabras”
“nick” de Maria Antonieta


Viento deja de llevarte las palabras,
soplo que no logro atrapar,
que gustó por tierra echar,
mi castillo, mi refugio, mi almena.

Viento que me hiciste volar,
jugar con las nubes de su vientre,
echar carreras con el ave,
que en la playa cuida el mar.

Viento que empujaste las velas,
del barco que se llevo a mi padre,
por los puertos, los días, las sendas,
del nipón, del griego, del cobarde.

Viento, tu murmullo de canción,
melodía de mi abuela en Baviera,
hechizo de mujeres de aquelarre,
lo bailó mi niña en el Bolsón.

Viento que de la montaña vienes,
que me mostró los misterios sagrados,
entre acacias y lagos guardados,
del indio, el cóndor, y el duende.

Viento que secas estos ojos,
que arrugas, agrietas esta piel,
viento que te hiciste hiel,
que criaste al viejo que soy.

Viento no me robes “dos palabras”,
que de mi boca siempre huyen,
cada vez que el alba intuye,
que diré a mi bella Sabra…


… te quiero…


* Léase Proust.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Lucia




“…pudiera ser que todo lo que en verso he sentido
no fuera más que aquello que nunca pudo ser…”
Pudiera ser, Alfonsina Storni.



En esta noche de desquicio,
que no te exploro el alma,
me dedico a criar el vicio,
del verso, la nostalgia, la calma.

Te sentí un sueño bendito,
que en años fríos, magros,
miradas, risas, mate amargo,
me trajo luz (Lucia), fe, mito.

¿Cuánto dura la mentira?,
en baires, doce gramos,
fatiga de bocas que besamos,
cuerpos quemados en la pira.

No nos despedimos de nosotros,
esperame al final del túnel,
hechizo, maleficio, que el númen,
oscureció. Esperá. No seré otro.


p.d. “los ojos hablan”, cuenta Campanella

domingo, 27 de septiembre de 2009

Princesa




A Daniela, la niña de mis ojos…



¿Cómo fue a parar a la Boca?
mi chinita de grandes misterios,
que en la provincia durmió el tedio,
y la inocencia que Cronos derroca.

Y de la poesía hace un mundo,
lleno de nostalgias, y busca
los besos de la madre que nunca
le profesó un amor profundo.

Declaro: ¡sigues siendo mi princesa!,
más aún, la niña de mis ojos,
la que fortalece mis flaquezas,
retoño de flores en mis despojos.

Mirá, no soy tu padre, ni quiero,
soy el amigo que da su mano,
soy más que tu amigo, tu hermano,
nada me debes, ni te debo

viernes, 25 de septiembre de 2009

Mis pesadillas





“…al otro lado del mar de Gadara, un hombre desnudo, que tenia su morada en los sepulcros…escribió…”



La autopista a las tres de la mañana,
tus ojos llorosos,
la resaca del whisky,
la pampa entre Facundo y yo,
despertar y no saber donde estoy,
ver la cara de mi madre,
no ver la de mi hijo,
el tiempo que se perdió, el nuestro,
las terminales de buses, los inviernos,
el insomnio, la carretera,
mi pueblo natal, Buenos Aires,
el hambre, el frío, el ayer,
el alcohólico, el golpeador, el ayer,
la incomprensión, quien amo,
el que despierta una mañana en Bariloche,
otra en Buenos Aires, otra en la playa,
otra en el gheto,
y la siguiente en tu cama,
la piel que tengo de mujer, mis hermanas,
el adulterio, el tuyo, el mío,
las botellas que vacié, las sabanas solitarias,
las tardes de domingo sin Gal Costa,
la sangre del que no tiene rostro,
morirme y vivir para contarlo,
las mujeres, las calles que transité,
sin preguntar su nombre,
el tabaco, los veranos que se van,
el viejo y el mar, Damián, Daniela,
la nostalgia de lo que no fue,
la cobardía de buscarte en mis sueños,
arrepentirse, cambiar, y no saber quien soy,
quien está a mi lado, y a donde voy,
la novela que no me redimió,
los asilos de ancianos,
los manicomios y la locura suelta,
los divanes y los shoping´s,
los cementerios, en suma, la soledad,
ese llamado que nunca llegó,
las iglesias, los puñales,
“que hubiera vida después de la muerte”,
por último…

…luchar…luchar…y al fin perderte…



29-04-2003, Dolores

martes, 8 de septiembre de 2009

Artesana






A Gimena, con alevosía…



No se si vas a entender esto,
Tal vez, ni te interese,
Quizá, solo rece
Estas palabras por consuelo.

Tal vez unos reos,
Me pidieron, entre copas,
Que les cuente, quien me roba,
hoy mis sueños, mis deseos.

Y sos, vos,
artesana,
Entre arenas, entre mares,
de mi infancia, y lugares,
y tristezas, que tratabas
de espantarme.

Y no pudiste,
aunque duela,
y quisiste…

Pero hay una verdad
Que no es verdad
Y siempre dicen
Los fantasmas,
Que me barren
La tormenta.


Y no es otra,

Que los matices,
en que intentastes,
enseñarme a vivir,
y no supiste,

Que no veo…
Que no puedo…
Y vivo revolviendo
Entre palabras
Por saber,
¿Dónde están?

Las manos
Que llenaron
De arrugas,
De cicatrices,

Mis mañanas
Mis ápices…
Mis manzanas

…mis pequeños lugares, que eran tuyos…

Que solo a vos,
pertenecían…

Y busco como un tonto
Entre manteles
Y hojalatas, y laureles,
Que me hablan…
de tus ojos

del luto, los atriles,
los almuerzos con jengibre,
del campo, los aljibes,
los ajenjos, los orgasmos.

Y el milagro,
Que vivimos.

una tarde entre tus piernas,
Tus sudores, tus olores,
Y tú llanto…

Y le dimos,
del trueno, la fuerza,
del alba, la luz,
de la tierra, la sabiduría,
del guerrero, el valor
y de tus manos, la alegría.

Entre una multitud,
De niños, y de ríos,
De horizontes, de plegarias
y gentes y suspiros

Es nuestro hijo,
De tu vientre,
Artesana.

Por eso, y nada más
porque el cielo te protege,
De mis ganas,
Más intrusas,
te compongo este
Desquicio, de recuerdos,

porque sos
la brisa que me trajo,
el cobijo, la razón,
El rumbo en el que viaja
Mi galeón…

Bautizado,
Por los dioses…


…Facundo…


6-9-09, en otro aniversario de la soledad…

sábado, 5 de septiembre de 2009

Naufragio



A Charly, por estar en "los valles de sombra, etc," y con un vino..



Releo mi vida, mis ensayos, las poesías,
las novelas sin terminar, los diarios;
recuerdo a mis mujeres,
las que me dolieron, las que me curaron,
las que odié, las que amé,
las que me acompañaron siempre.
A mis amigos,
aquel que murió como vivio,
a ese que nunca se acobardó,
ni se cortó el pelo,
a ella, la más fiel, incondicional...
Me paro desnudo frente al espejo,
veo un cuerpo cansado,
las huellas que dejan las batallas,
las ojeras, la calva,
los ojos enfermos,
el dolor añejo de las piernas,
el pecho, los bronquios,
una hipoteca que no voy a saldar…
y tengo ganas de no enfrentarme,
de no volver a intentarlo,
de no tejer más ilusiones,
de terminar, descansar, dormir…

…virar el timón,
rumbo al acantilado,
ciega la música,
salir a cubierta,
las velas desplegadas,
viajar a toda velocidad, bailar…
buscar la isla que esconde mi tesoro,
…la paz…el silencio…
…y naufragar!...estrellarme!...

Ya no siento nada,
hoy no extraño a mi niño,
ya no lloro, no hubo consuelo,
me acunó un dolor arcaico;
no odio más
que al sol que sale cada mañana,
no tengo reproches,
no peleo con Dios,
no busco oportunidades,
no tengo sueños,
solo un vacío,
muy vacío,
nadie me necesita,
se me echará menos de menos,
cada día,
mis libros dormirán
en la oscura habitación,
junto a estas “letres de cachet”,
que intentan justificarme,
las deudas que las pague dios…

…poner rumbo a altamar,
las velas hinchadas por el viento
buscar la gran tormenta,
la noche oscura,
con la música inundando el mar,
con el vértigo en el rostro,
salir a cubierta, botella en mano,
mi barco y yo,
bailar…
con los gritos de las olas,
cerrar los ojos y girar,
sintiendo el viento en la cara,
la sal, el agua, el vino…

Porque no encontré “mi último bosque”,
porque la tierra no me dio paz,
porque odio los cementerios,
porque fui valiente y merezco el mar,
que no se encuentre mi cuerpo,
no padezca los sirios.

…mi rock and roll endemoniado,
bailar como Axel, sicótico,
en la cubierta de mi barco,
con la botella en la mano,
firme el timón surcando las olas,
saltando por sobre el viento y los rayos,
yo, piloto de tormentas,
buscar el fin del mundo,
aquel lugar donde caen las naves,
y estrellar mí mascaron de proa;

con el vino en la comisura,
con el alma ciega,
la tormenta abatiéndose
sobre mi galeón,
la furia de Neptuno sobre mi cabeza
que no piensa…
destrozar la nave,
hacerla añicos,
acallar los recuerdos,
con los gritos de los demonios
que me esperan,
cerrar mis ojos,
con la oscuridad de la catástrofe, y no
con el murmullos de los años,
morir con la violencia, la dignidad
que merezco,

…y antes de cerrarlos,
de extinguir los días,
ver en le cielo, otra vez,
a mi niño
sus ojitos celestes,
su sonrisa de cristal,
para fraguar el amor
para irme en paz…



“…naufraga el galeón de los excesos…”

Buenos Aires, 12-08-08

Escribo un poema porque tuve un sueño...





Soñé que una fría mañana de mayo,
un hombre joven, con ojos como el cielo,
llevaba el talego a su tierra,
sus pupilas anegadas...
y vi; vi lo que él vio...
vi el árbol por la ventana,
el único beso de papá,
vi la miseria, el dolor,
vi el esfuerzo, el insomnio,
vi a esa mujer de ojos verdes,
vi el amor y la tarde en que le engendraron,
la confusión, la distancia,
vi tanta angustia, desesperación,
una salamandra, un fuego,
esos brazos fuertes, tenaces,
las manzanas y el oporto,
vi tantos cuentos, tantos, tantos.

Vi en sus ojos,
a ese hombre, quebrar un destino,
vi un agrio vino,
deshacer con sus manos la montaña...
llegar a la meta, acabar el camino...
tan joven, tan cansado.

Escribo un poema porque tuve un sueño,
soñé que una mañana de sol y frío,
mi hijo me llevaba a la tumba,
soñé que le heredaba un sueño
y que en la caja conmigo
se iba la pesadilla que me derrumba.

Las llaves bajos la maceta

A Seba, por creer en mi, por tu amistad...



El vino volverá a saber a vino,
y la mujer a mujer,
y el sol no cegará mis ojos,
y Dios jugará conmigo al ajedrez,
y habrá fuego en mi cabaña,
y mi hijo jugará en ella,
y mis noches no serán insomnio,
y el cáncer morirá de cáncer,
y lloraré de risa,
y crecerá mí barba,
y tal vez mi pelo,
y volveré a hallar las letras,
y nadie acallará mi música,
y moriré viejo de viejo,
y no volveré a estar solo,

ni a olvidar quien soy…
yo…padre, maestro, socialista, escritor,
yo…que no soy escombros…

Ladrones




“nunca más dormiría en esa noche recién comenzada, noche que iba a durar la vida entera…el día había acabado para siempre…” Gabriela, clavo y canela. Jorge Amado.


Me robé tus ojos tristes,
esa noche que me viste
destrozar las ilusiones.
Pero vos, brava mujer,
me hurtaste, sin saber,
el pasado y el futuro.
Esta distancia, cual muro,
este murmullo del reloj,
me va dejando sin vos.
Yo te robé la sonrisa,
y vos, sin mucha prisa,
deshiciste mi esperanza.
¡Que ignominia!, ¡que matanza!,
lo más caro, dulce niña,
es que dentro de esa panza,
hoy espera nuestro niño…
nuestro juez, con su balanza.


Febrero de 2000, San Martín de los Andes.

24-3-1976. Manos




“…un buen cáncer en los huevos para los Galtieri, para los Massera…”


Se pudre la llaga,
de la cruel rutina,
que corta,
quema y mutila,
día tras día,
en la guarnición,
reparten picana,
a toda la nación.

Y en la Plaza de Mayo,
se mojan las madres,
que están esperando,
por el hijo, y saben
que no hay esperanza,
de volverle a ver,
de vuelta por casa,
reaparecer…

Mírale los ojos,
vacíos y grises,
a ese mal parido,
que cuidarnos, dice,
y en su cobardía,
descarga dos veinte,
sobre la mujer,
con cría en el vientre.

Que luego tranquilo,
se lava las manos,
para acariciar,
a su hijo amado,
y este no encuentre,
en el tierno padre,
la sangre inocente,
que hoy ha derramado.

¡Que su propia prole
sea el tribunal
donde sus horrores,
tengan que pagar!,
y que por las noches
al querer dormir,
oigan los dolores,
de quien va a morir
en las manos sucias
de un milico vil.

"¡qué nunca encuentren la paz!"

Carolina



Yo discípulo de Sabina,
vos trotamundos,
yo perdido en el pajar,
vos sin recuerdos.

Yo que te invito a vino,
vos que volàs a París,
yo guardando tus fotos,
vos buscando el arco iris.

Yo puse trampa en mi cama,
vos que caíste con ganas,
yo que vuelvo a volar
vos lagrimas en el mar.

Vos que te vas de nuevo,
yo que no te espero,
vos que se te antoja enamorarte,
yo que no juego.

Vos que querès llevarme al sur,
yo que me enamoro tarde,
vos que cantàs algo de Sumo,
yo que es de balde.

Vos que me tiràs las treinta,
yo que los paso,
vos que soportàs muda la afrenta,
yo que te lloro.


“…es pronto para el deseo y muy tarde para el amor…”

Haikú de la rosa




La rosa, celeste como el cielo,
blanca como las nubes,
amarilla como el sol,
así era la rosa.


Si Ud. leyó a Prevert imagina quien es el autor, pero lo cierto es que lo escribió mi hijo Facundo a los ocho años.

A veces escribo...



A Georgina, una dama, una mujer, una amiga...


Porque me emocionana los ojos de cielo de mi hijo,
porque aùn tengo sueños y pesadillas,
porque sufro y rìo,
porque a veces escribo.

Porque siempre seguì causas perdidas,
porque soñè con otro mundo,
porque perdì en el camino el amor,
la fè, la decencia y la esperanza,
porque no me rendì y sigo.

porque ya no escribo
canciones para mi muerte,
sino letras prohibidas...

...en tu piel...

Socialismos.



Muleando para el sucio diputado,
desde y hasta que sol se iba,
fue donde conoció a ese cubano,
que ya ni sombra, hacer, podía.

La moscovita hacia las camas,
guardando el título de ingeniería,
que con el culo se había pagado,
para tener que huir un día.

De casa al Congreso, en el Mercedes,
le llevaba el refugiado,
que por no dar a Fidel laureles,
hoy es chofer y ayer fue cirujano.

En la España socialista,
desembarcó este forastero,
que hallo en las piernas moscovitas,
lo que dejó en el bohío habanero.

Cambiaron vodka por mojito,
el dolor de perder la tierra,
el sudor, la saliva y el flujo,
en un cuarto pleno en miseria.

De la vieja Europa se largaron,
en busca de un nuevo cielo,
en busca de ese respeto,
que en el “primo mundo” no vieron.

Hoy él destripa porteños,
para tratar de salvarles la vida,
mientras ella construye caminos,
en la enorme pampa argentina.

Y da risa la mixtura genética
que el socialismo nos supo dar,
en esa morena ojizarca,
nacida en la libertad.


“...la primer revolución la hice entre tus piernas...”

Santa Teresita, diciembre del 99.

Alias Jehova



“…en esto se mostró el amor de Dios para con nosotros…” 1 de Juan, 4:9.


Tú que estás seguro de lo cierto,
que Jehová te haces llamar,
que miras de reojo el desierto,
en que mi vida vino a acabar.

Tú que fuiste norte en mi brújula,
que diste calor a mi sol,
y viniste a cantar la balada,
en que yo soy el traidor.

Tu que sigues devorando mis días,
y que a Adán hiciste pecar,
no te desligues, ya, de la culpa,
no se la cargues toda a Satán.

Tu que dices ser el sinónimo,
de la ternura, la Santidad,
y a la ruleta juegas los años,
de tu gran prole la humanidad.

Tu que terminas siendo cobijo,
del asesino, de la impiedad,
que no recibes ningún consejo,
en esta noche me escucharás.

Si de justicia te crees dueño,
baja aquí a refutar,
todas las muertes que yo te acuso,
en esta Historia, que es tu plan.

Y no me niegues que sos la causa,
desde Abel, hasta Hiroshima,
que sos culpable de toda matanza,
ya que la muerte es tu inventiva.

Los hombres grandes de corazón,
desde Teresa a Luter King,
Jesús, el Che, Mahatma Ghandi,
ya son escombros en tu Seol.

Yo me imagino que por las noches,
cuando pretendes ir a dormir,
con el gemir de tantos hombres,
tus pesadillas no tiene fin.

Y te presentas delante nuestro,
con ese “slogan” desolador,
“si no me adoran, ustedes perros,
en el infierno tendrán calor”

¿Cómo alguien puede jugar tu juego?,
y tributarte su devoción,
no es por amor, no…no lo creas,
lo que les mueve es el terror.

Entonces tuercen la cervical,
y se arrodillan ante el Señor,
que más que Santo, debiera ser,
el Cruel Verdugo Desolador.

Yo no le temo a las torturas,
que me prometes en el infierno,
le temo al cielo, que está poblado,
de comemierdas, de fariseos.

Si en estos días rompes la Historia,
como anuncian hoy tus profetas,
y te apareces con la parodia,
del juicio justo, con la trompeta.

Cuando me toque, de pie, erguido,
frente a tu trono, pienso decir,
para que escuchen bien tus bandidos,
lo que hoy estoy diciendo aquí.


Dedicado a la hija de Jefté, a todos los que Dios mando a matar, en el Pentateuco, y a todos los que murieron en una infame hoguera…

Setenta veces siete




Setenta veces siete
escribí la lapida
pagué el ataúd
regué las rosas
redacté el réquiem.

Setenta veces siete
lloré mi soledad
maldije mi cobardía
hice las maletas
y volví a empezar.

Setenta veces siete
añoré aquellos años
esperé los postreros
conté los porotos
y capeé el aguacero.

Setenta veces siete
amanecí borracho
crucé el río negro
quemé la cesera
desperté en el infierno

Setenta veces siete
robé las estrofas
dormí en otras camas
lamí las heridas
rompí la acordada.

Setenta veces siete
miré aquellas fotos
subí esas espaldas
mezclé la baraja
repartí de nuevo.

Setenta veces siete
subí al autobús
a mi niño besé
tache cada día
y lo volví a ver.

…pero, ¡carajo!
hoy el manco
no es cojo
hoy, el futuro llegó,
hoy renacieron las flores,
ya no hay más duelos
ni quebrantos
ya no hay más llantos,


“…hoy mi niño me malcría
y yo guiso los versos”

Tres palabras


dedicado a mi niño...


Fue ayer,
que encontré
tres palabras.

Tres palabras,
que no soñé,
que no vi
en espejismo,
tres palabras,
que ni tu,
ni yo mismo,
pudimos rimar.

Que no hay sol,
que secarlas pueda,
ni caminos,
ni distancias,
ni pruebas,
que las borren,
del alma jamás.

Tres palabras,
escritas con nubes,
no en papeles,
no en paredes,
no por mano,
no con tinta,
sino escritas,
por el soplo,
del númen.

Tres palabras,
que no hablan,
de hembra,
que no buscan,
consuelos,
ni guerras,
tres palabras,
que me hacen,
llorar…

Tres palabras,
mirando al futuro,
que se burlan,
de los años duros,
que se ríen,
de mi soledad.
Tres palabras,
jugando en la hamaca,
en el campo,
en la playa,
y en la casa,
que sufrimos,
al dejar atrás.

Que me ponen,
en llamas,
las barbas,
que me enseñan,
el verbo amar.
Tres palabras,
que me mantienen,
vivo,
respirando,
de pie,
bien erguido,
desafiando,
a Dios y a Satán.

Tres palabras,
que yo necesito,
que te hacen,
crecer de a poquito,
entre juegos,
un bosque,
y un mar.

Tres palabras,
en la voz,
del guerrero,
de un dios,
de un paria,
del verbeno,
pero en todas,
sonaba falaz.

Yo renuncio,
al triunfo,
y la gloria,
y reniego
del cielo
y la historia,
de mis sueños,
del bien
y del mal.

Yo conjuro
al santo,
al viajero,
y a los ríos,
cubiertos de hielo,
a las manos vacías,
a los muertos
que no vieron
sus ojos
de cielo,
a la lluvia,
a las noches,
y sus días,
al estío,
a la lumbre,
a Cupido,
y a quien pueda
hacerme callar…

Que si es cierto,
que muero una tarde,
aburrido,
de tanto reírme,
que si es cierto
que dejo una estirpe,
que se cuenta,
como arena de mar.

Esa tarde,
y el día siguiente,
y el martes,
la noche del viernes,
se oirán
mis palabras,
que son tres…


…te amo, hijo…

viernes, 21 de agosto de 2009

Cartas de París



dedicado a Carolina, conservo tus cartas, y un sabor amargo en la boca...



Antes de quemar el manuscrito,
y fusilar a quien lo envía,
recordá por un momento,
aquel tiempo que fuiste mía.

O treinta años atrás,
cuando nos casábamos de tarde,
con tortas de arena y piedras,
o en los besos, que aún arden.

Vos me rescataste del ocaso,
yo te enseñé que la izquierda,
es un sueño de poetas y borrachos.

Ya no recibo cartas de París,
ya no me querés llevar al sur,
ni te escribo sonetos,
para que el mar no sea azul,
para que no parta tu vuelo,
para que te quedes junto a mi...

De tus labios aprendí,
que hay que tirar a matar,
jugar duro, y saberse retirar.


p.d. no había otro final posible…